Hoy nos vamos a sumergir en el fascinante mundo del envejecimiento prematuro: qué lo causa, cómo podemos prevenirlo y por qué es tan importante adoptar un enfoque preventivo y proactivo en nuestro cuidado diario. El envejecimiento es inevitable, ¡pero el envejecimiento prematuro no tiene por qué serlo!
Recordemos que el envejecimiento es ese proceso fisiológico y genético que conlleva cambios tanto a nivel estructural como en el funcionamiento de nuestras células y tejidos. A lo largo de nuestra vida, estas transformaciones se ven agravadas por lesiones y otros factores, generando un desequilibrio nuestros sistemas, los cuales desempeñan un papel crucial en el mantenimiento del equilibrio interno de nuestro organismo.
Entonces, ¿a qué nos referimos con “envejecimiento prematuro”? Nos referimos a ese proceso de envejecimiento que ocurre de manera más rápida de lo esperado. Es como si tu reloj biológico se adelantara, mostrándote signos de envejecimiento como arrugas, líneas de expresión, manchas y falta de firmeza en la piel, antes de lo que se considera normal para tu edad.
Sus causas son debido a una combinación de factores, desde el fotoenvejecimiento hasta nuestros hábitos de vida como fumar, una dieta poco saludable, el estrés crónico e Incluso, la genética juega un papel crucial en este proceso.
El día de hoy solo nos enfocaremos en conocer cómo el ejercicio puede ayudarte a detener ese indeseable envejecimiento prematuro.
Al cambiar nuestros hábitos de vida y adoptar un enfoque integral para el cuidado de la piel y el bienestar, podemos desacelerar ese reloj biológico y fomentar un envejecimiento más acorde a nuestra edad e incluso, ralentizarlo aún más.
Existen dos tipos de edades que, de alguna manera, nos definen y moldean nuestra percepción del tiempo y la vida.
La primera es la edad cronológica, la cual se fundamenta únicamente en el paso del tiempo. Es la edad de una persona expresada en años. Aunque esta medida tiene poco sentido en términos de salud, ya que no todos envejecemos al mismo ritmo, sí es cierto que a medida que cumplimos años, la probabilidad de desarrollar problemas de salud tiende a aumentar.
La segunda es la edad biológica, que se refiere a las modificaciones que experimenta nuestro organismo con el paso del tiempo. Estos cambios suelen presentarse de manera diferente en cada persona, lo que significa que algunos pueden ser biológicamente más longevos que otros. Sin embargo, gran parte de estas diferencias radican en nuestro estilo de vida, nuestros hábitos y los efectos sutiles de ciertas enfermedades. Por ende, cuidar de nuestra salud y adoptar un estilo de vida saludable puede ayudarnos a mantener una edad biológica más joven que nuestra edad cronológica.
Ahora bien, en el mundo del antiaging, las prácticas preventivas se centran en la prevención de enfermedades y en lograr una edad biológica menor que nuestra edad cronológica. Esto implica adoptar un enfoque holístico para cuidar tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente, y de esa forma, disfrutar de una vida plena y saludable en todas las etapas de nuestro vida.
Comencemos hablando sobre cómo podemos usar el ejercicio a nuestro favor.
El ejercicio regular es una herramienta poderosísima que podemos utilizar para detener el envejecimiento prematuro y promover un bienestar integral. Entre sus beneficios encontramos:
Promueve la salud cardiovascular: Actividades como correr, nadar o andar en bicicleta fortalecen nuestro corazón y vasos sanguíneos, lo que mejora nuestra circulación y reduce el riesgo de enfermedades cardíacas. ¿Sabías que un corazón saludable es la clave para una piel radiante?
Estimula la producción de colágeno: El ejercicio activa la producción de colágeno, esa proteína que mantiene nuestra piel firme y elástica, lo que nos ayuda a reducir la apariencia de arrugas y líneas de expresión, dándonos un aspecto más joven y fresco.
Mejora la calidad del sueño: Un sueño reparador es esencial para la regeneración celular y la reparación de tejidos, y el ejercicio nos ayuda a conciliar el sueño más fácilmente y nos permite disfrutar de un descanso más profundo, lo que se reflejará en una piel más radiante y saludable.
Estimula la producción de hormonas del crecimiento: El ejercicio activa la producción de hormonas del crecimiento que son claves para la reparación y regeneración celular.
Estimula los mecanismos de protección de ADN y favorece la reparación celular y de tejidos, lo que mejora los sistemas antioxidantes del cuerpo.
Reduce el estrés: El ejercicio es una excelente manera de liberar tensiones y reducir el estrés diario. Al promover la relajación y mejorar nuestro estado de ánimo, contribuye a una piel más suave y luminosa.
Reduce los riesgos relacionados con la obesidad, la diabetes, el cáncer, las cardiopatías, la osteoporosis y las alteraciones intestinales.
Y por último, nos ayuda a combatir la sarcopenia, la cual es súper importante evitar. La sarcopenia es la pérdida progresiva de masa muscular y fuerza que ocurre con el envejecimiento. A medida que pasan los años, nuestras células musculares se vuelven menos eficientes en su función, lo que resulta en una disminución de la masa muscular y la fuerza.
A partir de los 30 años, cada década perdemos entre el 3 y el 8 % del músculo, a medida que envejecemos, y lo peor, es que se acelera con el transcurso del tiempo. Este proceso puede tener un impacto significativo en nuestra calidad de vida, ya que la pérdida de masa muscular puede afectar nuestra movilidad, el equilibrio y la capacidad para realizar actividades diarias.
Pero, ¿sabías que la pérdida de masa muscular conlleva también otro problema? Se trata de la composición corporal. Cuando la cantidad de músculo en nuestro cuerpo disminuye, por lógica, la cantidad de grasa o la proporción de tejido adiposo tiende a aumentar.
Este fenómeno se conoce como obesidad sarcopénica y es una condición en la cual una persona tiene un exceso de grasa corporal combinado con una masa muscular reducida. Es por eso que a medida que envejecemos, mucha gente tiende a engordar. Lo que también puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y problemas articulares.
Pero aquí viene lo interesante: ¡la sarcopenia no es inevitable! Con el ejercicio regular, especialmente con el entrenamiento de fuerza y resistencia que logramos con el ejercicio anaeróbico y con una dieta equilibrada que incluya suficiente proteína, podemos retrasar e incluso prevenir la sarcopenia.
Además, recordemos que el ejercicio beneficia a nuestros reguladores de la longevidad como el AMPK, el mTOR y las sirtuinas, que se ven estimulados por el ejercicio para extender la vida de nuestros telómeros, esas pequeñas tapas protectoras al final de nuestros cromosomas que se asocian con una vida más larga y saludable.
Por ejemplo, individuos que se ejercitan un equivalente a correr media hora, cinco días a la semana, tienen telómeros que parecen ser casi diez años más jóvenes que aquellos que llevan vidas más sedentarias. Simplemente con diez minutos de ejercicio moderado al día añadirías años de vida. Sin embargo, es diferente dar un paseo tranquilo que salir a correr, y para activar nuestros genes de la longevidad necesitamos ejercicio intenso como son los intervalos de alta intensidad o mejor conocidos como HIIT (por sus siglas en inglés), que aumentan el ritmo cardíaco y la respiración de forma significativa.
Los intervalos de alta Intensidad se pueden hacer con casi cualquier ejercicio, puedes hacer sprints con pesas rusas, bicicleta, remo, saltos en cuclillas, todo funciona mientras lo hagas con mucha intensidad.
Sabrás que estás haciendo un ejercicio vigoroso cuando te cueste trabajo hacerlo. Tu respiración debe ser rápida y tu ritmo cardíaco debe estar entre el 70 y el 85 por ciento del máximo, por lo que deberías sudar y ser incapaz de pronunciar más de dos palabras sin detenerte a respirar. Ésa, es la respuesta hipóxica que se desea provocar para que se activen nuestras defensas contra la edad, sin causar un daño a nuestras células.
En resumen, el ejercicio nos provee un estado muy similar al que la juventud nos da. El ejercicio físico es el tratamiento de envejecimiento más eficaz, porque mantiene a nuestro cuerpo activo, fuerte, ágil y activa nuestros genes de la longevidad. Extraordinario, no?
Bueno, hasta aquí dejo este apasionante viaje sobre cómo combatir el envejecimiento prematuro. Hemos explorado cómo el ejercicio anaeróbico y el HIIT pueden ser herramientas poderosas para combatir el envejecimiento prematuro al mejorar la salud cardiovascular, promover la producción de hormonas beneficiosas, aumentar la capacidad antioxidante del cuerpo y activar nuestros genes de la longevidad. Al integrar estas prácticas en nuestro estilo de vida, podemos fortalecer nuestro cuerpo de adentro hacia afuera, promoviendo una juventud y vitalidad a largo plazo. Recuerda, cada elección que hacemos marca la diferencia en nuestra capacidad para mantenernos jóvenes y saludables a medida que envejecemos.
Y si este viaje hacia el bienestar integral y el rejuvenecimiento natural resuena contigo, no dejes de unirte a esta nueva Evolución Preaging, que consiste en adoptar un enfoque holístico y consciente hacia el cuidado preventivo de la piel y del bienestar en general, enfocándote en prácticas y hábitos que se pueden adoptar antes de que los signos del envejecimiento comiencen a aparecer.
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"Donde la juventud, la belleza y el bienestar se unen".
The Antiaging Coaching Room.
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